viernes, 26 de junio de 2009

Paradigmas y búsquedas personales. Una charla escuelística muy actual.

Creo que fue el 2002 -casi segurísima- el año en que, en una ocasión, un colega de Nacho se acercó un sábado a darnos una charla relacionada a su filosofía, sus lecturas y su visión de las cosas, que aplicó al trabajo que en ese momento se estaba haciendo en La Escuelita.
Guido, así se llama el presente "filósofo" (y no pongo mas datos porque no los sé... ¿Es filósofo?¿Profesor? ¿Es un extraterrestre?¿Es un Clon?¿Era un fantasma? ¿Lo soñé? si alguien se acuerda, o lo conoce, comente y complete los datos, es una verguenza pero no los tengo...), nos expuso su visión acerca del concepto de la exclusión y la marginalidad. Y voy a desarrollar sus ideas que, siete años después, encontré en un papel entre mis cosas, porque me parece que sigue siendo interesante... y sirve para reflexionar.

Para Guido, cuando hablamos de "los excluidos" tenemos que tener en cuenta que estamos pensando o posicionando esta idea dentro del discurso hegemónico : el excluído se define en relación a la falta, la carencia, la indigencia, el analfabetismo. Sin embargo, tenemos que tener en cuenta que hay consecuencias frente a este modo de pensar, que encasilla al sujeto pensado en cuestión. Es decir, es un modo de pensar que parte de una determinada idea, de un modelo, de un paradigma cultural que expresa una idea de perfección. Lo que no entra dentro de ese concepto de perfección, lo que presenta una "falta", entonces, se condena, se margina. El excluído, se define, o mejor dicho, lo pensamos desde la falta, desde la carencia de determinados valores burgueses que para muchos son comunes y cotidianos.

(Gran paréntesis para bajar un poco a tierra estos conceptos algo abstractos: nos basamos en un tipo de pensamiento occidental, que avala un determinado tipo de vida con unos determinados modos de subsistencia. El que no "accede" necesariamente a todo esto, por no "poder" o no "querer" es el excluído, el que no "tiene", mas allá de pensar sus propias necesidades concretas, uno piensa automáticamente que "no tener" ES "necesitar" y es "ser excluído" ).


Para explicar mejor este concepto, Guido nos recuerda la famosísima doctrina platónica de las ideas. Esta doctrina afirma que el mundo en el que nosotros vivimos, este mundo material, es una copia del mundo de las ideas, o dicho de otro modo, las ideas son un molde del cual se desprenden las cosas que son las copias concretas de ese concepto primero, perfecto y que no cambia. El ejemplo típico que simplifica (por no decir que aborta) esto es pensar en nuestro concepto o idea de silla: una silla es un objeto que sirve para sentarnos, tiene que tener una base, un respaldo (silla sin respaldo = ¡banco!), etc. Las copias de esa idea, son las sillas materiales que todos conocemos, y que pueden ser de madera, de plástico, tener cuatro patas, o tres, o una sola base, puede ser acolchada, o no, etc. Pero todas representan esencialmente esa idea primera, única, perfecta e inmutable de la silla. Guido afirma, entonces, que de alguna manera nosotros tenemos inserto en la cabeza un modelo, una idea también única e inmutable, de las personas que habitan nuestra sociedad. Entonces, cuando una de esas características de ese paradigma perfecto e inmutable "falla", tenemos un excluído.

¿Qué es lo que pasa acá? Pasa que dejamos de ver al otro como una persona diferente. Pensamos que hay una sola manera de vivir, de relacionarse, un solo código, una sola forma, un solo modelo, en vez de ver la multiplicidad. Y pretendemos llenar ese supuesto vacío, esa supuesta carencia con lo que creemos que falta. Queremos rellenar para llegar al paradigma. No damos lugar a la libertad del otro. El sujeto se vuelve objeto: le falta una pieza -según nosotros- y tenemos que completarla. Pero según nuestra idea perfecta, nuestro paradigma, nuestras necesidades. Nos inventamos una idea perfecta- que no existe, repito, porque lo que hay es multiplicidad, somos todos diferentes-, y encima pretendemos hacer llegar al otro a esa idea, como si fuese una cosa vacía que hay que rellenar para completar (bueno, esto no es tan así, suena cruel y parece que uno realmente trabajara con muñecos, pero está expuesto así crudamente para que se entienda).

El verdadero modo que propone Guido para trabajar (modo que en parte yo creo que se fue logrando en estos años, sobre todo con los Talleres, aunque podemos seguis mejorando, por supuesto), es trabajar con el otro. El trabajo positivo con el otro implica conocerlo para saber qué necesita, qué quiere, qué le interesa, cuál es ese vacío -si es que tiene alguno- . Se trabaja desde lo que ya se es, no desde un paradigma incompleto. Y no se rellena, se construye. Con el otro. Hay una horizontalidad en el trato, no una verticalidad propiciada por ese vacío conceptual que tendemos a crearnos. Hay una búsqueda personal con el otro, desde uno y con el otro, construyendo un código nuevo. La construcción no es un estado, es un proceso. Esto tiene que ver, en definitiva, con una dinámica. Porque somos personas, no entes estáticos.
Y lo mismo con el uso de recursos materiales en general. El uso es la construcción, no el mero abastecimiento, porque volvemos a caer en este paradigma rellenable. O cuando sentimos lástima o culpabilidad, cuando nos sentimos privilegiados. Otra vez caemos en esta noción de falta que nos puede volver a llevar al famoso paradigma, impidiendo la horizontalidad del trabajo, el camino con el otro.

Todo esto que afirma Guido nos posiciona desde nuestro trabajo, y puede ser útil en el laburo de cada sábado, para pensar desde dónde laburamos, desde dónde nos ubicamos conceptualmente. Hacer consciente esto es fundamental para replantearnos muchos sentimientos que se nos pueden presentar en relación al proyecto, además de que nos puede ayudar a hacer una relectura personal de nuestras propias expectativas -grupales pero también individuales- como escuelitenses que somos.


El Sujéto Tácito (esperando no haber afirmado en nombre de otra persona nada demasiado incorrecto)

Texto para el Día del Padre - Sin Título

Hoy es el Día del Padre. Hay chicos que no tienen papás, entonces se festeja el Día de la Familia. Y para vos que tenés, disfrutalo si te hizo feliz.
Hay algunos que son amigos de sus padres. Hay otros para quienes el padre es el guardaespalda "porque" los papás con hijas son re cuidas. Siempre van a estar para protegerlas.
En cambio, para un hijo es el amigo manager que siempre está.
Y para todos los hijos es el papá el que siempre te va a querer.
(Papá no es solamente el que te engendra, es el que te ve nacer, el que te enseña todo, el que siempre está con vos, el que tiene una vida sin traumas, sin golpes, el que te ama. Te escucha, te avala, te aconseja, te deja opinar. ESE ES TU PAPÁ).


Lucas Valdiviezo
15 años
(el autor no tiene papá)

martes, 16 de junio de 2009

Mis pensamientos y mis dudas

Este texto fue escrito por Lucas Valdivieza, alumno de La Escuelita. Amante de la escritura desde chico, esto es el comienzo de un texto que está escribiendo y se incluye en sus pensamientos y dudas. Este escrito fue realizado por el autor en forma espontánea, en su casa, y las correcciones que tiene el texto se limitan estrictamente a cuestiones ortográficas que revisamos este sábado después del apoyo (el contenido y a estructura son las originales).

a. ¿Quién soy? b. ¿Qué hago? c. ¿Qué pasó? d. ¿Por qué? ¿Por qué estoy acá? e. ¿Cómo llegué? f. ¿Qué hacemos? g. ¿Todos pensamos igual? h.¿Cómo vivimos? i. ¿Qué amamos? j. ¿Qué extrañamos? En el pasado, en el presente, en el futuro. k. ¿Qué soñamos? l. ¿Por qué es difícil? (m. ¿Por qué sufrimos al amar? ¿Qué hacemos? ¿Qué pensamos?) n. ¿Hasta dónde llegamos? (ñ. Cuando morimos, ¿dónde vamos?) o. ¿Tendremos una meta? p. ¿Qué ganamos en eso? q. ¿Siempre hay un por qué? (r. ¿Qué es el sí? ¿Qué es el no? ¿Será que si no hay un no somos miedosos? ¿Será que no nos animamos a decir lo que pensamos? ¿Será que a todo le decimos que sí? ¿Por qué?) s. ¿Qué aprendimos? t. ¿Qué es el qué en tu vida? (u. ¿Qué es la mentia? ¿Por qué mentimos?) (v. ¿Qué son las ilusiones? Las ilusiones, ¿son un camino? ¿Y a dónde nos llevan? ¿Qué pensamos?) w. ¿En qué o en quién pensamos? (x. La meta, ¿qué es? ¿será una metáfora? ¿llegaremos a la meta? ¿llegaremos primeros o últimos? ¿por qué? ¿importa?) y. ¿Qué es estar? Cuando morimos, ¿qué ganamos? ¿Será que nosotros ponemos las metas?

( Todo esto es una metáfora. Un sueño. Una ilusión*. ¿Todo es sí? ¿Todo es no? ¿Aprendiste algo? ¿Y para qué? ¿Esto es el final?)

Lucas Valdiviezo
15 años

* Cualquier semejanza con La vida es Sueño de Pedro Calderón de la Barca (escritor español del Siglo de Oro) es literalmente una pura concidencia. Conozcamos o recordemos un fragmento: ¿Qué es la vida? un frenesí / ¿Qué es la vida? una ilusión / Una sombra, una ficción / Y el mayor bien es pequeño; / Que toda la vida es Sueño / Y los sueños, sueños son.

jueves, 28 de mayo de 2009

martes, 19 de mayo de 2009

Derecho de piso


Algunas personas, cuando nacen, tienen capacidades innatas que dejan una marca determinante que se refleja en el accionar de cada día. Estas personas, cuando se acercan a un proyecto como La Escuelita, cumplen, por esta razón, funciones específicas (aunque en la Escuelita la verdad es que todos hacemos de todo, y los que trabajan en los talleres primero comparten la lucha del apoyo escolar, las persecusiones a los prófugos, la batalla contra la memoria par acordarnos la tabla del ocho, etc.), generando cosas muy copadas como el Taller de Radio de Mariano, el Taller de Murga y Percusión de Ana y Mariano, el Taller de Guitarra de Walter, el Taller de Malabares de Agustín, Roco y Matías, etc.

Otros directamente llegamos al proyecto y entramos de lleno en el ámbito del apoyo escolar, ya sea por algo pura y exclusivamente azaroso, porque llegamos al proyecto siendo más "pequeños", o bien porque es una función que nos gusta o con la que nos sentimos cómodos.

Es así como nos empezamos a ubicar en las diferentes aulas, según las edades y las posibilidades de cada uno. Entoces, el azar entra con toda su furia a ubicar a la gente aleatoriamente, aunque es altamente probable:
*Que si estás empezando, o sos de los más jóvenes que vienen dar el apoyo (12/13 años) te toque ayudar en jardín o en los primeros años, hasta 2ºgrado, porque la diferencia de edad con los chiquitines es suficiente como para jugar un papel de autoridad, además de que te podés llegar a arreglar con los temas que te toquen explicar, siempre contando con la ayuda de nuestras Seños de Jardín expertas, que nos dan una mano con la difícil tarea de alfabetizar o de conservar la pedagogía cuando los niños pequeños se ponen complicados...

*Que si sos algo mayorcito, o tenés cancha con niños repletos de inquietudes y del significado de la vida, etcétera, te ubiques en las aulas de 3º o 4º, donde seguramente no tengas grandes problemas con los temas que te pueden llegar a consultar (a saber: división por dos cifras, las provincias, la tarea de inglés que se va poniendo "jevi", etc.).

*Que si estás terminando el colegio, o formas parte de los jóvenes egresados o jóvenes en general que participan del proyecto (de 18 a 99 años), te toque estar con los chicos más grandes, mas o menos de 7º a ¿3º año polimodal? ¿5º año? ¡¿¿cómo se llama ahora??!. Si estás en los últimos años del colegio, es probable que mas o menos te acuerdes los temas que te pregunten, y si no es el caso, siempre contamos con que uno se las puede arreglar mas o menos con algún libro de la biblioteca y mucha buena onda (y por qué no, el famoso disfraz de mitocondria -ver post anterior).

Ah, pero seguramente te preguntarás qué pasó con la misteriosa aula de 5º y 6º... ¿Cómo puede ser que no la hayamos nombrado aún, que la hayamos salteado alevosamente? Cuando te toca estar en el aula de 5º y 6º, es de común acuerdo suponer que tenés dones especiales y sos superdotado, o que estás pagando "derecho de piso". Si. Es un entrenamiento. Todos los que hemos pasado un par de años trabajando en el aula de 5º y 6º hemos acordado que estar en ese aula fue como pagar un derecho de piso. Después del 5º y 6º no hay entrenamiento que valga. Te graduaste en escuelística. Tu destino puede reubicarte en cualquier otra aula, porque ya tenés el don. Y es que lo que pasa es que, entre otras cosas, es una edad en la que son lo suficientemente grandes como para no poder controlarlos, pero a la vez lo suficientemente pequeños como para que la escuela no les genere una sensación de "hornidad" (en el sentido de estar al horno, ¿no?) porque todavía no se llevan materias... Los chicos grandes también pueden ser complicados, sobre todo los de 7º a 9º porque la hornidad está todavía desdibujada, pero igual estan a otro nivel. La infancia de a poco va quedando lejos -y eso en otros aspectos es mucho muy jodido, pero acá hablamos exclusivamente de tarea y apoyo escolar- o que permite generar otros vínculos con el chico.

Y cuando estás en ese aula trabajando, por poner un ejemplo cualquiera, con un grupito de 5 chicos, todos varones, y jamás se sientan a hacer la tarea, y tenés que perseguirlos -literalmente- en el aula porque no se sientan y no se van a sentar a hacer la tarea, o se escapan y no vas por los dos que se fueron porque hay otros tres que se quedaron; cuando, por poner otro ejemplo cualquiera, en medio de la clase, en la puerta, una seño grita desaforadamente a Nacho -una figura de referencia del proyecto, aunque no le guste serlo- que le "SAQUE A ESTOS CHICOS YA DE ACA PORQUE NO LOS SOPORTA MAS PORQUE NO HACEN CASOOO"; cuando un día te enojás particularmente con uno de ellos y coordinás para que el sábado siguiente no lo dejen entrar, por un sábado nomás, y este chico, que vamos a llamarlo Dieguito, se va llorando y al final lo dejamos entrar y se porta mejor...; en fin, cuando pasan todos estos cuandos, cuandos buenos y cuandos malos, sentís que estas al borde de la locura hasta que de repente el chico tiene la opción de no venir más y viene, y llora por entrar... ahi te da cuenta de que aunque no parezca, algo estás haciendo en esa aula aparentemente caótica, algo lo retiene al chico, por algo va y te hace quilombo.

Asi que, derecho de piso o no derecho de piso, el aula de 5º y 6º deja secuelas. Pero son buenas: nos curan de espanto, nos dan una leve esperanza de que lo que hacés sirve y a alguien le importa, sobre todo cuando unos años después otros chicos de ese grupito, vamos a llamarlos Jonny y Ema, vienen en toda su enormidad a sonreirte y decirte "¿te acordás cuando te volvíamos loca en el aula de 5º y 6º?"...

Este post no necesita más explicaciones, pero sí pide ejemplos de derechos de piso pagados en el aula de 5º y 6º y, por qué no, en algún otro sector escuelístico.

J (el Sujéto Tácito)

miércoles, 13 de mayo de 2009

(No pongo título mejor porque no me sale) Arranca el blog escuelístico!

A los maestros les pagan muy bien en Silvalandia porque a los niños, no se sabe por qué, les disgusta sobremanera el alfabeto, y las primeras clases transcurren entre llantos, bofetadas y penitencias. A nadie se le ha ocurrido averiguar por qué a los niños de Silvalandia no les gusta el alfabeto. Desconfían, acaso, de sus astutas combinaciones que poco a poco van ocupando el lugar de las cosas que ellos encuentran, conocen y aman sin mayores palabras. Parecería que no tienen ganas de entrar en la historia, cosa que bien mirada no es del todo idiota. Los inspectores, que no comprenden lo que pasa, piden a los maestros que alfabeticen a los alumnos de la manera más amena posible; y así sucede que un maestro se disfraza de letra B y desde una tarima procura convencer a los niños de que esta letra revista entre las más importantes, y que sin ella nadie podría ser bachiller, hebrero, abanderado o barrendero. Con su vivacidad habitual, los niños le hacen notar que gracias a tan ventajosa carencia tampoco él tiene derecho a tratarlos de burros, vagabundos o analfabetos. Esto último claro está, desconsuela particularmente al maestro que corre a disfrazarse de X o de W con la esperanza de fomentar con menos riesgo el alfabeto en la mente de los niños. Pero esas letras son de una parsimonia notoria y los ejemplos se vuelven difíciles, con lo cual en vez de réplicas inquietantes se advierte más bien un coro de bostezos, que según Pestalozzi es el signo manifiesto de todo fracaso pedagógico.

La alfabetización difícil
Cortázar
Para muchos este texto puede implicar un cómico despliegue de la maestría del pormuchosquerido Julio Florencio. Para otros, además de eso, puede ser el bosquejo inicial de una sonrisa que se va dibujando en la cara mientras pensamos algo así como "sé exactamente de lo que está hablando este hombre". Cuando uno trabaja con chicos, es inevitable que aparezcan los signos de la resistencia al aprendizaje, y entonces el pibe se te descontrola, no quiere hacer más nada, no trae la tarea hecha, o se te escapa del aula y andá a agarrarlo... Bueno, al menos, esto pasa desde hace 15 años, en una escuela perdida por Barrio Marina, donde alrededor de 150 nenes, adolescentes, jóvenes y adultos se juntan todos los sábados a dar y recibir apoyo escolar.
Y si bien tampoco queremos dar la falsa idea de que cada sábado es menos aprendizaje que caos lo que se puede encontrar en la 48 de Barrio Marina -aunque no nos falta poco para que un par se disfracen de equis o de mitocondria, según venga el caso, a fines didácticos-, lo cierto es que en La Escuelita pasa un poco de todo, pero sigue funcionando, hay movimiento, hay cabezas desde las 10 de la mañaba pensando... un sábado. Y cuando se da la magia del orden, de la tarea hecha, del "- ¿entendiste? -sí ", cuando todo funciona, es realmente alentador pensar que uno puede formar parte de algo así
Tal vez los 15 años del proyecto ameriten un nuevo espacio de encuentro, como puede ser este blog, donde podamos volcar algo así como reflexiones, recuerdos, anécdotas, es decir, algo que espontáneamente nos lleve a armar una suerte de historia de La Escuelita. Al menos, en principio, esa es la idea del blog, que con suerte será deformada para acabar en quién sabe qué riquisimo nuevo espacio de construcción, expresión y reflexión.
Tal vez nos podamos reir un rato imaginandonos a nosotros como profesores de Silvalandia, sonriendole al texto, sabiéndo exactamente cuál es el límite entre un crímen por impaciencia y un disfraz de perejil para explicar, por ejemplo, la digestión. Y tal vez podamos darnos cuenta de que vale la pena.